Uno de cada cinco estadounidenses sufre síntomas crónicos de alergia, y unos 17 millones más padecen asma, que suele incluir falta de aire, tos y sibilancias. Todos ellos son síntomas que pueden mermar mucho la calidad de vida de una persona. Tradicionalmente, lo primero que hace un alergólogo es tratar por medio de la evitación: hacer que el paciente evite el alérgeno desencadenante.

¿Lo sabías?

Las vacunas contra la alergia fueron utilizadas por primera vez por un médico en 1911 que inyectaba a los pacientes polen de hierba hervido. No hace falta decir que han cambiado muchas cosas en el último siglo. Las vacunas antialérgicas son el único tratamiento para las alergias y el asma que realmente cambia la forma en que el sistema inmunitario del cuerpo reacciona a los desencadenantes alérgicos. Muchos medicamentos orales, tanto con receta como sin ella, sólo tratan los síntomas. Las vacunas antialérgicas actúan de forma diferente.

Al modificar la respuesta inmunitaria a los alérgenos, como el polen, la caspa de gato o los ácaros del polvo, los pacientes pueden desarrollar una inmunidad duradera. Según la Academia Americana de Alergia, Asma e Inmunología, la inmunoterapia proporcionada por médicos cualificados es un tratamiento eficaz y seguro para el asma, la rinitis alérgica y la alergia al veneno de los insectos.

No funciona

Las vacunas antialérgicas no pueden utilizarse para las alergias alimentarias. Son seguras tanto para adultos como para niños. Además de desencadenar la producción de anticuerpos, la vacuna antialérgica parece "confundir" al sistema inmunitario. A medida que el cuerpo procesa la inyección, se modifica la forma de reaccionar a los desencadenantes de la alergia, y acaba por desactivar el sistema de producción de anticuerpos.

El médico puede describir el proceso de vacunación contra la alergia como un proceso de desarrollo lento de la inmunidad a lo largo de varios años. En la fase de acumulación, las vacunas se administran en dosis bajas con mayor frecuencia antes de llegar a la dosis de mantenimiento, en la que los pacientes empiezan a ver una mejora de los síntomas de la alergia. A pesar de la idea errónea de que las vacunas contra la alergia son un compromiso de por vida, muchos médicos afirman que la mayoría de las personas las toman aproximadamente una vez al mes durante un máximo de cinco años, aunque hay algunos pacientes que deciden continuar durante más tiempo.