El sistema inmunitario es una "compleja red de órganos, células y sustancias". Cuenta con la piel, el intestino, el páncreas, la médula ósea, el bazo, el hígado, el timo, las amígdalas y el sistema linfático, es decir, "todas las células y tejidos del cuerpo que tienen la capacidad de resistir las infecciones y las enfermedades". También hay parches de tejido linfoide en el tracto intestinal.

Inmunidad

Proporciona un mecanismo de protección contra las enfermedades. La inmunidad a nivel celular es lo que nos protege de los hongos, los virus, las bacterias y las infecciones por levaduras. La nutrición desempeña un papel importante en la salud del sistema inmunitario. Teniendo en cuenta que el sistema inmunitario es un sistema multiorgánico, en el que se generan innumerables células del sistema inmunitario a diario, es razonable suponer que "su gran tamaño y el elevado recambio celular se unen para hacer del sistema inmunitario un importante consumidor de nutrientes".

Así pues, algunas facetas de la inmunidad son extremadamente sensibles a las deficiencias de nutrientes. No se sabe con certeza si esta disminución de la inmunidad es el resultado de las deficiencias de nutrientes y/o de la mejora de las necesidades. Esto último podría ser el resultado de una variedad de causas que se discutirán más adelante.

Investigar

Los estudios han demostrado que existe una "asociación causal entre la desnutrición y la inmunodepresión secundaria que contribuye a la disminución de la inmunidad frente a las enfermedades infecciosas", por lo que "la desnutrición aguda tiene un gran efecto sobre la resistencia a las enfermedades que está mediada en parte por el sistema inmunitario". También hay pruebas de que "la desnutrición moderada o marginal puede comprometer la inmunidad".

Las deficiencias de zinc, ácido fólico, ácidos grasos esenciales, manganeso, calcio o algunas de las vitaminas del grupo B pueden perjudicar gravemente el funcionamiento del sistema inmunitario. La Universidad John Hopkins anunció el descubrimiento de una sustancia química presente en el brócoli, concretamente en los polifenoles, que no sólo impedía el crecimiento de los tumores en un 60% en el grupo estudiado, sino que además disminuía el tamaño de los tumores que sí crecían en un 75%. En un estudio de más de 1.000 hombres realizado en el Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson de Seattle, WA, los que ingerían 28 raciones de verduras a la semana tenían un riesgo 35% menor de padecer cáncer de próstata, pero los que sólo consumían 3 o más raciones de verduras crucíferas a la semana tenían un riesgo 44% menor de padecer cáncer de próstata.

En el Estudio de Cohorte de los Países Bajos sobre la Dieta y el Cáncer, en el que se recogieron datos de más de 100.000 individuos durante al menos 6 décadas, los que comían más verduras se beneficiaron con un riesgo 25% menor de cánceres colorrectales, pero los que comían más verduras crucíferas lo hicieron casi dos veces mejor, con un descenso de 49% en su riesgo de cáncer de páncreas.

Es bueno saberlo

Un estudio realizado con mujeres chinas en Singapur, ciudad en la que los niveles de contaminación del aire suelen ser elevados, lo que pone a prueba la capacidad de desintoxicación de los pulmones de los residentes, descubrió que, en los no fumadores, el consumo de verduras crucíferas reducía el riesgo de cáncer de pulmón en un 30%. En los fumadores, el consumo regular de verduras crucíferas redujo el riesgo de cáncer de pulmón un increíble 69%. Una taza de brócoli comprende la CDR de vitamina C, y refuerza el sistema inmunitario con betacaroteno, y cantidades modestas pero útiles de selenio y zinc, dos oligoelementos que actúan como cofactores en varias actividades de defensa inmunitaria.

Una combinación de estos y otros alimentos poderosos tiene la capacidad de proteger y restaurar. Actúan como escudo del sistema inmunitario mejorando la comunicación célula a célula, lo que permite a las células enviar y recibir mensajes de forma clara y eficaz. Protegen contra las numerosas toxinas ambientales, la escasez de recursos alimentarios y el estrés.

Alimentos de gran potencia

Ayudan a restaurar la salud celular que se ha visto comprometida por los contaminantes, como los del aire que respiramos y el agua que bebemos. Las algas marinas, más comúnmente llamadas algas marinas, tienen un valor nutricional superior que mejora la función del sistema inmunológico. El wakame, undaria pinnatifida, es una de las principales especies de algas marinas que está llena de proteínas, calcio, yodo, magnesio, hierro y folato. Los lignanos, que ayudan a combatir el cáncer, se encuentran en gran cantidad en el wakame (alga marina) y pueden ofrecer protección contra ciertos tipos de cáncer.

La espirulina es un alga unicelular de color verde azulado con forma de espiral. Es una proteína vegetal completa y predigerida de más de 65%. La espirulina absorbe y retiene muchos minerales y nutrientes como los ácidos grasos esenciales, el ácido graso GLA, los lípidos, los ácidos nucleicos (ARN y ADN), el complejo B, la vitamina C y E, y fitoquímicos como los carotenoides, la clorofila (purificador de la sangre) y la ficocianina, una proteína que se sabe que inhibe el cáncer.

Los hongos shitake, reishi y mitake provocan un aumento de la inmunidad celular y se ha demostrado que favorecen la conversión de las células cancerosas en células normales. Los estudios chinos fomentan el uso de estos hongos para estimular la función inmunitaria. Contienen betaglucanos que son inmunoestimulantes probados. Las setas tienen un gran valor nutricional ya que son bajas en calorías y grasas y no tienen colesterol. Son bajas en sal y contienen varios minerales como potasio, ácido oleico, folato, cobre, hierro, fósforo, magnesio y selenio.

Recuerde

Las setas incluyen un fantástico aporte de vitaminas, especialmente del grupo B. La proteína que se encuentra en las setas es superior a otras proteínas vegetales por su contenido en aminoácidos esenciales. Entre el 70-90% de la proteína vegetal se digiere fácilmente. El aloe vera, una planta frecuente, se ha utilizado durante siglos en cortes y quemaduras. Lo más importante es que contiene muchos azúcares esenciales necesarios para la comunicación celular. El aloe parece fortificar el sistema inmunológico, especialmente en los sanos, para evitar que el paciente contraiga otras infecciones. Tiene una gran capacidad antioxidante y un impacto antiinflamatorio.

La Asociación de Comercio Ecológico ha citado varias razones para consumir alimentos ecológicos. Algunas de las principales razones, en mi opinión, incluyen el hecho de que los productos orgánicos cumplen con estrictas normas - reduciendo los riesgos para la salud al eliminar el uso de compuestos tóxicos, que los agricultores orgánicos construyen suelos saludables - la base de la cadena alimentaria. Unas tierras más sanas promoverán un mayor valor nutritivo en los alimentos. Comer una mezcla de alimentos crudos y cocinados puede proporcionar los máximos beneficios para la salud. Por ejemplo, el brócoli (crucíferas) crudo y cocido proporciona diferentes fitonutrientes anticancerígenos. La verdura cruda tiene más vitamina C. La cocción de la verdura deja los carotenoides más biodisponibles.