Desde la época de los primeros seres humanos, la ansiedad ha estado con nosotros. Forma parte de nuestra respuesta normal a las situaciones difíciles. Cuando nuestros antepasados se enfrentaban a una situación potencialmente peligrosa, como enfrentarse a una criatura salvaje, la reacción de estrés preparaba al cuerpo para "luchar o huir".

Factor hormonal

Las sustancias químicas del estrés (como el cortisol y la adrenalina) se liberarían, provocando cambios como el aumento de la glucosa en sangre para obtener energía inmediata, el desvío de sangre del tracto digestivo y la piel para "alimentar" los músculos, y una respiración más rápida y superficial para aumentar el consumo de oxígeno. Una vez resuelta la situación, el cuerpo volvía a la normalidad. La respuesta al estrés era, para el hombre antiguo, un salvavidas.

La respuesta humana al estrés no ha cambiado desde la época del hombre primitivo. Sin embargo, las situaciones que desencadenan la ansiedad han cambiado mucho. Los cambios fisiológicos provocados por el estrés pueden seguir siendo un acontecimiento positivo en escenarios que pueden resolverse en un plazo razonable. Un ejemplo de ello puede ser un atleta que se prepara para una carrera o un actor que se prepara para una producción teatral. En estos casos, la mayor excitación provocada por el estrés puede mejorar el rendimiento.

Tenga en cuenta

Probablemente todos hemos experimentado situaciones en las que la ventaja adicional de la rivalidad o de una fecha límite ha sido la motivación que hemos necesitado para actuar con éxito. También en estos casos, los cambios fisiológicos pueden reducirse después de que se haya resuelto la situación que estimula la tensión. El problema de la ansiedad se produce cuando la situación que produce la tensión no puede resolverse en un periodo de tiempo razonable.

Recordemos que la naturaleza diseñó la respuesta al estrés para actuar de forma inmediata, ya sea para ocuparnos de la situación o para alejarnos de ella ("luchar o huir"). Cuando esto no ocurre, la exposición prolongada a las sustancias químicas del estrés y los cambios que crean empiezan a ser perjudiciales. Se convertirá en una guerra química dentro de nuestro propio cuerpo y la exposición repetitiva a un estrés excesivo y no resuelto puede provocar el debilitamiento del sistema inmunitario, el agotamiento nervioso y físico, la enfermedad y, en casos extremos, la muerte.

Recuerde

Como ya se ha dicho, la forma en que nuestro cuerpo reacciona al estrés no ha cambiado desde el hombre antiguo, pero las situaciones que nos causan ansiedad pueden ser muy diferentes. La mayoría de nosotros ya no tiene que preocuparse por cazar la comida o escapar de los animales salvajes, pero la alta presión y el rápido ritmo de la vida moderna han traído consigo muchas más ansiedades insidiosas, que siempre invaden nuestra propia vida. Estas tensiones pueden variar desde la necesidad constante de cumplir con los objetivos asociados al trabajo y los plazos irreales hasta estar atrapado en un atasco.

Muchas de estas situaciones, especialmente si se acumulan a lo largo del tiempo, pueden mantener el cuerpo bombardeado con sustancias químicas para la ansiedad durante mucho más tiempo del previsto por la naturaleza. A menos que encontremos formas de gestionar esto, el resultado, como se ha señalado anteriormente, es un deterioro de la salud. ¿Qué podemos hacer al respecto? En primer lugar, debemos comprender que la ansiedad en situaciones concretas puede ser positiva, pero el estrés excesivo o prolongado es perjudicial para la salud. Debemos incluir en nuestro ajetreado estilo de vida actividades que permitan a nuestro cuerpo relajarse, desconectar y eliminar el exceso de sustancias químicas del estrés.

Estas actividades varían según la persona y pueden incluir pasar tiempo con sus seres queridos, hacer ejercicio, leer una novela, después de un pasatiempo, o simplemente tomar un descanso 'chill out' para hablar con los amigos. Cualquier cosa que dé un respiro a tu cuerpo y a tu mente. Los empleadores también tienen la responsabilidad de ayudar a los empleados a gestionar su estrés laboral y deberían tomárselo muy en serio, ya que, aparte del coste para la persona, se calcula que sólo en Estados Unidos el coste anual del estrés para la industria a través de la falta, los costes sanitarios, los seguros y la reducción de la productividad asciende a miles de millones de dólares.

Nota final

Además, se ha demostrado que las reacciones de ansiedad aumentan cuando las personas perciben que se encuentran en una situación en la que no tienen ningún tipo de control o aportación. Por lo tanto, unos buenos canales de comunicación y unos mecanismos que permitan consultar a los trabajadores sobre las cuestiones que les afectan son fundamentales para crear un entorno de trabajo saludable. Hay otras cuestiones que pueden influir en la gestión de los niveles de ansiedad, como la dieta, la gestión del tiempo, el entorno, etc., pero éstas son objeto de otro informe. La idea central de esta guía es señalar que la respuesta al estrés puede ser positiva cuando se enfrenta a un reto concreto, pero perjudicial cuando se prolonga o es excesiva. A todos nos interesa, incluidas las empresas, asegurarnos de que el estrés no se convierta en un elemento destructivo.